Este ministerio existe para que las mujeres ‘crezcamos en todo aquello que es Cristo’ (Efesios 4:15), encontrando en la comunión unas con otras el reflejo del amor de Dios: ‘Como hierro afila al hierro, una persona afila a otra’ (Proverbios 27:17).
Aquí, las mujeres son animadas a ‘servir con los dones que cada una ha recibido’ (1 Pedro 4:10), ya sea enseñando, orando o practicando la hospitalidad (Romanos 12:13), porque creemos que ‘somos hechura suya, creadas en Cristo Jesús para buenas obras’ (Efesios 2:10).
En un mundo que a menudo nos divide, este es un lugar donde ‘llevamos las cargas los unos de los otros’ (Gálatas 6:2) y nos recordamos mutuamente que ‘ella es más preciosa que los rubíes’ (Proverbios 31:10) a los ojos de Dios. Juntas, aprendemos a caminar como ‘mujeres sabias que edifican su casa’ (Proverbios 14:1), impactando no solo nuestras familias, sino también la iglesia y la sociedad para Su gloria.